Son una bodega pequeña que produce no más de 30.000 botellas, pero consideran que eso les aporta la ventaja de poder elaborar el vino que les gusta. Prevalece la calidad sobre la cantidad, convencidos de que la clave del éxito es crecer poco a poco manteniéndose fieles a su estilo.

Elaboran vinos muy personales, buscan preservar la frescura de la variedad, evitando para ello la fermentación maloláctica. Estudian con detenimiento los suelos y su composición, apostando por aquellos que puedan aportar características minerales a los vinos, como el granito o el xisto. Para Bodegas Fulcro lo esencial es la mínima intervención, para dar con la máxima expresión del terruño y la experiencia de trabajo en el viñedo, donde empieza todo.